Santiago de Compostela es la meta espiritual de las peregrinaciones pero la Costa da Morte también arrastra una buena carga de misticismo, leyendas e historias ancestrales. Antes de los descubrimientos fue para muchos la última porción habitable del Mundo. Hoy es el fin figurado, un lugar apartado al que todos desean llegar, al igual que los pueblos celtas y romanos, para aguardar la hora del ocaso y ver esconderse el sol en la inmensidad del océano.
¡El Camino está lleno de sorpresas!
No son pocos los relatos que a lo largo de los siglos nos han brindado los viajeros y peregrinos que llegaron a estas costas: el húngaro Jorge Grisaphan en 1355, el checo León de Rosmithal a mediados del siglo XV, el alemán Erich Lassota hacia 1584, el clérigo boloñés Doménico Laffi en el XVII, y tantos otros. También, diversos vestigios y documentos históricos aportan datos sobre los antiguos hospitales de peregrinos que jalonaban esta ruta, como los de la propia aldea de Hospital, en Dumbría, y los de Cee, Corcubión y Fisterra.
Cada camino pertenece a cada peregrino, y por ello el “Camino” es muy diferente para cada peregrin
En el libro III del Codex Calixtinus, de mediados del siglo XII, que trata sobre la traslación del cuerpo del Apóstol desde Jerusalén a Galicia, aparece citada la ciudad de Dugium – la actual Duio del municipio fisterrano – donde los discípulos piden permiso al prefecto, sin éxito, para enterrar el cuerpo de Santiago. En el renacer del Camino, a mediados del siglo XX, Luciano Huidobro describe en el tomo III de su consultada obra Las Peregrinaciones Jacobeas todo el viaje desde Santiago hasta Finisterre. Más actual, de 2010, es el interesante título El Camino al Fin de la Tierra del muxián Manuel Vilar Álvarez, una tesis y recorrido histórico a pie desde Santiago hasta Fisterra y Muxía.